Como ya les mencioné en la entrada anterior, el día de ayer cumplí un mes desde que decidí tomar consciencia de lo que como y así bajar de peso, entonces quería compartirles mi experiencia de este primer mes, los antojos, la ansiedad y también el lado bueno.
No fue fácil
Al principio, pesando 82 kilos, me martirizaba pensando cómo es que llegué a este peso, por qué no me cuidé antes. Pero desde que decidí empezar, a pesar de pesar aun 82 kg, me sentía bien porque sabía que no iba a aumentar, sino que iba a bajar; y no sólo eso, sino que a partir de este momento iba a cambiar toda mi vida, porque con sólo una decisión ya me estaría ahorrando muchos problemas de salud y de bienestar físico para mi futuro, que no solamente me afectarían a mí, sino a mi familia.
Ya con el switch cambiado, todavía pesada, pero sana por dentro, felíz de tomar consciencia.
Empecé a notar que me sentía bien hablar de que tengo sobrepeso, por el hecho de que me estoy cuidando, siendo que antes hablar de esto o escuchar a otros hablar sobre el peso, era para mí un problema.
Rápidamente se me presentó una reunión familiar típica de cada domingo. Tengo la suerte o la desventura de que mi suegra cocina delicioso, por qué desventura? porque así es más difícil mantener la fuerza de voluntad.
Fiel a mí misma
Como dije antes, mi suegra siempre se destacó en la cocina, y cuando vamos mi esposo y yo a visitarla, ella hace más comida de la que se puede comer. Mucha carne, muchas ensaladas, y muchos acompañamientos más, además de los postres y diferentes snacks que siempre hay en casa.
Yo sabía que para hacer esta, que no me gusta llamarle "dieta" porque es una horrible palabra, sino que me gusta llamarle este "Viaje" a una vida saludable, no sólo debía hacerlo para bajar de peso. Debía probarme a mí misma que puedo serme fiel: Fiel a mi meta, Fiel a mis objetivos = Fiel a mí misma. Y mi objetivo era bajar de peso, de hecho empezando este viaje, propuse que mi meta sería alcanzar 55 kg, así que realicé la resta: mi peso inicial: 82,1 - 55 kg = 27 kg. Y así supe que debía adelgazar 27 kg.
Así que, en vez de comer ensalada de papas, comí ensalada de vegetales frescos. Esa vez, recuerdo que repetí un poco de carne (estaba muy rica), sin embargo lo compensé con muchos vegetales y al decirle NO! a cada snack y los venideros postres.
No comí hasta la saciedad, cosa que generalmente hacía; ya que intento precisamente cambiar mis malos hábitos y reemplazarlos por buenos hábitos. Precisamente esos malos hábitos me habían llevado a pesar 82 kilos, el cambio tenía que ser total.
Esa vez sin embargo, no le comenté a nadie sobre que estaba cambiando mis hábitos alimenticios, primero quise reservarlo para mí, y de ese modo me evité que me molestaran diciéndome que coma postre, "que no me va a hacer daño, total es un poquito" y demás cosas que no necesitaba en ese momento de mi transición. Pero la vez siguiente, sí me sentí en confianza para mencionarlo, ya que me dijeron que me veía más delgada, porque la verdad es que se nota enseguida cuando uno baja de peso, eso es lo bueno, que es muy motivante: rápidamente mi cara cambia, la ropa va quedando más cómoda y lo más extraño es que los demás siempre lo notan, y ¡qué agradable es para una persona que siempre tuvo sobrepeso, que le digan que está más delgada!
Expectativas
Al inicio del viaje, comencé a experimentar mucha hambre y mucha ansiedad, pero por otra parte, cuando lograba superar ese período de dolor, noté que bajar era muy rápido, en la primera semana bajé 2 kg, porque el cuerpo enseguida se adapta y baja, ya que el cambio es repentino: Por ejemplo: ayer me estaba comiendo unas papas fritas cada vez que me provocaba y ahora sólo comía vegetales y proteína a las horas justas de cada comida. Eso el organismo lo siente y por eso exige la basura que antes se le daba, ya que se genera una dependencia, parecida a una adicción al placer que producen tanto gustativamente, como químicamente esa comida chatarra en nuestro cuerpo.
Yo hablo muy técnico parece, pero no soy ninguna especialista, sólo me he dado cuenta de que es así. Todas esas grasas saturadas, esa cantidad de sal y azúcar en nuestro cuerpo, nos hace sentir tan "bien", es como un espejismo de bienestar, nos sentimos encantados comiendo, pero ni energética ni nutritívamente obtenemos ningún aporte, por eso andamos fatigados, adormilados y con mal carácter o pesimismo (somos lo que comemos).
Dificultades
Lo más difícil fue lidiar con el hambre y la ansiedad. Obviamente fue un cambio abrupto de un día para otro y a pesar de que siempre me alimenté bien y quedaba satisfecha, mi organismo me gritaba que fuera al market a comprar algo para la tarde. Sin embargo, busqué la manera de luchar contra eso mediante varias métodos que encontré útiles para mí, los cuales les podré explicar de manera más detallada en el siguiente post!
De momento, escribiré hasta aquí, pero los invito a seguir leyendo mi blog y visitar mis redes sociales. Para cualquier comentario, duda o pregunta no duden en contarme!
AIANA
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